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Urbana *

domingo, 9 de diciembre de 2007

Ella, tan solo ella


Ahumada, 4:30 de la tarde. Se ve hermosa, fresca, jovial, mágica. Su vestido transparente y colorido. Sus brillos, flores y aroma a lavanda. Inmóvil permanece de pie. No se da cuenta que la observo todos los días a esta misma hora. Que me enamoré de ella. Pero no respira, no pestañea, no vive. Un sonido metálico y todo cambió: la moneda que lancé en el sombrero sobre el asfalto la hizo moverse, pestañear, respirar y vivir. Me sonrió y me fui. La estatua humana de hada mágica en Ahumada es la preferida de todos. La mía también.

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