Allá abajo... allá arriba
A veces siento que voy en picada, y el aire en la cara me estremece. Estoy en un 14º piso, cerca del Club Hípico y en la azotea siento que se pierden mis ojos. Allá abajo, en lo más bajo, pasan los ciegos autos sin rumbo definido. Espero el indicado.
Fumo, pienso y luego respiro. Corre viento y me vuelvo a estremecer y es como si un millón de bichos explotaran y salieran con fuerza de mi cabeza. Fumo y aspiro la suave hierba que se incorpora lentamente a través de mis labios. Me gusta el aroma... La azotea y mi cabeza mojadas por la tenue y fina llovizna. Allá abajo, en el inframundo, los sordos autos. Y sigo esperando el indicado.
La noche me acompaña y me sigue los pasos, me pisa la sombra, oscurece mi vista... El cigarro ya no me gusta; dejaré de fumar, dejaré de mirar y de respirar, aunque sea por un momento...
Allá abajo, en el subterráneo, pululan los mudos autos, sin voz. Ninguno era el indicado.
Esta pistola sí.
Allá abajo nadie esperaba, nadie buscaba; mientras que allá arriba, en la cima del edificio, un chorro de sangre corría desde y hacia su cabeza.
Y el cigarro se consumía a su lado.
1 comentarios:
Ahora si. Extrañaba esto. Quedarme hasta tarde leyendo cosas en el computador, cosas que escribes. Hemos vuelto (y no nos cansaremos jamás, jaja). Un abrazo querida...
Lucho
De
Anónimo, A las
2 de septiembre de 2007, 20:33
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