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Urbana *

domingo, 2 de septiembre de 2007

Allá abajo... allá arriba


A veces siento que voy en picada, y el aire en la cara me estremece. Estoy en un 14º piso, cerca del Club Hípico y en la azotea siento que se pierden mis ojos. Allá abajo, en lo más bajo, pasan los ciegos autos sin rumbo definido. Espero el indicado.

Fumo, pienso y luego respiro. Corre viento y me vuelvo a estremecer y es como si un millón de bichos explotaran y salieran con fuerza de mi cabeza. Fumo y aspiro la suave hierba que se incorpora lentamente a través de mis labios. Me gusta el aroma... La azotea y mi cabeza mojadas por la tenue y fina llovizna. Allá abajo, en el inframundo, los sordos autos. Y sigo esperando el indicado.

La noche me acompaña y me sigue los pasos, me pisa la sombra, oscurece mi vista... El cigarro ya no me gusta; dejaré de fumar, dejaré de mirar y de respirar, aunque sea por un momento...

Allá abajo, en el subterráneo, pululan los mudos autos, sin voz. Ninguno era el indicado.

Esta pistola sí.

Allá abajo nadie esperaba, nadie buscaba; mientras que allá arriba, en la cima del edificio, un chorro de sangre corría desde y hacia su cabeza.

Y el cigarro se consumía a su lado.




1 comentarios:

  • Ahora si. Extrañaba esto. Quedarme hasta tarde leyendo cosas en el computador, cosas que escribes. Hemos vuelto (y no nos cansaremos jamás, jaja). Un abrazo querida...



    Lucho

    De Anonymous Anónimo, A las 2 de septiembre de 2007, 20:33  

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